La labilidad emocional es una condición neurológica que causa cambios emocionales incontrolables que incluyen estallidos de risa o llanto sin motivo, a menudo en momentos inapropiados y sin un estímulo concreto que lo provoque. Esta condición tiende a afectar a personas con afecciones o lesiones neurológicas, estando íntimamente asociada con algunos tipos de daño cerebral. Este cuadro clínico fue descrito por primera vez por Wilson en 19242, estableciendo ya las características principales del síndrome
La liabilidad emocional se conoce de diferentes maneras, pudiendo también identificar este fenómeno con los siguientes términos:
- Risa y llanto patológico
- Efecto pseudobulbar
- Labilidad afectiva
- Incontinencia emocional
- Trastorno de expresión emocional involuntaria
Si bien los síntomas de la labilidad emocional parecen psicológicos, en realidad son el resultado de cambios o alteraciones en la parte del cerebro que es responsable del control emocional.
Labilidad emocional: síntomas frecuentes
Los principales síntomas de la labilidad emocional son estallidos incontrolables de llanto o risa: estos arrebatos suelen ser una reacción emocional exagerada o inapropiadamente intensa, y en la mayoría de los casos no suelen tener relación con el estado emocional actual de la persona ni con el contexto social.
Además de los mencionados, otros síntomas de labilidad emocional pueden ser:
- Estallidos emocionales breves que no duran más de unos minutos
- Arrebatos emocionales mixtos, como risas que se convierten en llanto
- Falta de emociones entre episodios
- Reír o llorar en situaciones inapropiadas para tales emociones
- Respuestas emocionales que son exageradas para la situación
- Arrebatos emocionales que hacen que la persona actúe muy diferente a como suele ser en realidad
Labilidad emocional ¿Qué causa este problema?
Los cambios de humor y la labilidad emocional suelen ser causados por daños en la parte del cerebro que controla las emociones y el comportamiento.
En la mayoría de los casos en los que existe esta condición de por medio, no hay un evento específico que desencadene una respuesta emocional repentina. Esto puede resultar confuso para los miembros de la familia o los allegados al paciente que pueden pensar que accidentalmente hicieron algo que molestó a la persona lesionada.
Labilidad emocional tras el ictus
La labilidad emocional es un fenómeno que puede ocurrir, entre otras causas, tras haber sufrido un ictus: según la Federación Española del Ictus, más de la mitad de los supervivientes de accidentes cerebrovasculares tienen síntomas de labilidad emocional.
Como ya hemos mencionado en otras ocasiones, los ictus ocurren cuando un vaso sanguíneo en el cerebro estalla o algo corta el suministro de sangre del mismo. Esto hace que las células cerebrales comiencen a morir en minutos, lo que puede dañar las partes del cerebro responsables de la memoria, el lenguaje y las emociones.
Si bien aún no existe certeza acerca de cuál es la causa exacta de que se produzca labilidad emocional tras un ictus, las teorías mayoritarias apuntan al daño que se produce en el sistema límbico y los lóbulos frontales.
Otras causas de labilidad emocional
Además de los ictus, las afecciones neurológicas y el daño cerebral traumático también pueden provocar labilidad emocional.
Las afecciones neurológicas comunes que pueden causar labilidad emocional incluyen:
- Enfermedad de Alzheimer
- Demencia
- Esclerosis múltiple (EM)
- ELA (enfermedad de Lou Gehrig)
Por otro lado, los tipos de TCE o daño cerebral traumático que pueden causar labilidad emocional incluyen:
- Fractura de cráneo
- Contusión
- Hematoma
- Laceración
- Herida penetrante
- Infección
- Inflamación del cerebro
- Falta de oxígeno
Diagnosticando la labilidad emocional
La labilidad emocional a menudo se diagnostica erróneamente como depresión u otra condición de salud mental: para facilitar la obtención de un diagnóstico concreto, es importante que el paciente haga una buena descripción de sus síntomas y episodios, ya que cuanta más información pueda proveer al profesional más fácil será el diagnostico.
Si el paciente no nota ningún síntoma emocional entre episodios de arrebatos, es un buen indicador de que probablemente tenga labilidad emocional, en lugar de una condición psicológica como la depresión o el trastorno de ansiedad.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Afortunadamente, la liabilidad emocional suele mejorar en los primeros meses tras la lesión, regresando los pacientes a un equilibrio y expresión emocional más normal.
Contar con ayuda profesional es fundamental para obtener un adecuado enfoque que permita al paciente con daño cerebral una adecuada regulación emocional. Por otro lado, el asesoramiento para la familia y amigos puede ser un verdadero pilar en el camino a la recuperación, ya que vivir con esta condición sin entendimiento por parte de los seres queridos puede ser verdaderamente complejo y confuso para todos.
Consejos para pacientes con labilidad emocional
Vivir con labilidad emocional puede ser frustrante tanto para el paciente como para su entorno, además de interferir negativamente en sus relaciones sociales y laborales. Es por eso que contar con algunos consejos y recomendaciones puede resultar verdaderamente útil para transitar la condición de la mejor manera posible.
- Tomar descansos frecuentes en situaciones sociales
- Practicar técnicas de respiración lenta y concentrarse en la respiración cuando se produzca un arrebato o episodio
- Descubrir qué es lo que desencadena los episodios, como el estrés o la fatiga, esto ayudará a evitar ciertas situaciones y a estar más preparado.
- Distraerse de las emociones en aumento con un cambio de actividad o de posición cuando comiencen a surgir
- Distraerse, cambiando el foco de atención hacia otro lugar o centrarse en su propia respiración.
- Si se tiene un episodio, lo mejor es dejarlo pasar e intentar seguir con el día sin pensar demasiado en lo que ocurrió.
- Puede ser bueno preparar una breve explicación para dar a las personas que puedan estar confundidas por el comportamiento producto de la liabilidad emocional, como por ejemplo: “Desde que sufrí un ictus, a veces me río sin motivo. Simplemente ignóralo.»