El cerebro humano, cada minuto, drena el oxígeno de la sangre que circula por los vasos sanguíneos que lo alimentan. Cuando cualquier tramo de la intrincada malla de estos vasos se bloquea o se rompe, el tejido neural cercano se asfixia, fenómeno comúnmente conocido como ictus o derrame cerebral. Los ictus pueden llegar a afectar gravemente al funcionamiento del cerebro y sus estructuras, dejando a las personas que lo sufren incapaces de caminar, o de hacer algo tan sencillo como abrocharse la camisa o tomar una taza de café.
En lo que refiere a la rehabilitación tras el ictus, el enfoque básico para la recuperación motora es simple: práctica y repetición. Bajo la guía de fisioterapeutas, los pacientes repiten movimientos simples, como agarrar una pelota o girar una manija, una y otra vez. Estas repeticiones reconstruyen y refuerzan las conexiones en la corteza motora del cerebro, lo que ayuda al practicante a volverse cada vez más hábil.
En la actualidad, los neurocientíficos que se dedican al estudio de esta área en particular quieren impulsar esta recuperación aún más, al comprometer en el proceso a un nervio importante como lo es el nervio vago. La mayoría de los pacientes que han sufrido un ictus alcanzan una meseta en su recuperación, a menudo cayendo alrededor de un 30% por debajo de sus capacidades originales. Junto con la fisioterapia, una técnica llamada estimulación del nervio vago podría ayudarlos a recuperar más movimiento.
El nervio vago en la recuperación del ictus
Desde el cerebro hasta el abdomen, el tracto de fibras nerviosas controla funciones vitales como la frecuencia cardíaca, la respiración y la digestión. Los primeros indicios de que la estimulación del nervio vago podría ayudar a reorganizar el cerebro provienen de un estudio en ratas en 2011. Las ratas sufrieron un zumbido en los oídos, o tinnitus, que les impedía escuchar tonos de una frecuencia particular. Cuando los investigadores tocaron estos tonos para indicar que se avecinaba una explosión de ruido, las ratas no reaccionaron. Pero al combinar tonos audibles con sacudidas leves en el nervio vago, los investigadores persuadieron a los cerebros de los animales para que se adaptaran al timbre, por lo que estas comenzaron a captar los tonos de advertencia.
Cuando este grupo de investigadores, dirigidos por el neurocientifico Michael Kilgard , observaron que habían descubierto una forma de fomentar la flexibilidad neuronal, creyeron que sería una buena alternativa para aplicar en seres humanos.
Hoy en día, Kilgard está explorando la estimulación del nervio vago para la recuperación del ictus. Él y sus colaboradores han creado un dispositivo que golpea ligeramente el nervio vago mientras el paciente entrena un brazo afectado por un derrame cerebral. Este dispositivo tiene aproximadamente la mitad del tamaño de un teléfono inteligente y se implanta quirúrgicamente debajo de la clavícula. El nervio vago ayuda al cerebro a realizar un seguimiento de su respiración y frecuencia cardíaca, por lo que una señal eléctrica inesperada lo estimula.
La plasticidad, por su parte, es clave para la rehabilitación de todo tipo de funciones neurológicas afectadas. Durante la estimulación del nervio vago, el cerebro libera acetilcolina y norepinefrina, dos mensajeros químicos conocidos por mejorar las nuevas conexiones. Es por eso que, cuando el dispositivo estimula el nervio justo cuando un paciente gira una perilla o levanta un peso, la corteza motora puede forjar y fortalecer mejor las vías para esos movimientos.
Una esperanza hacia el futuro
La estimulación del nervio vago en la recuperación del ictus no es una solución milagrosa, pero según lo que se está pudiendo observar en las investigaciones, funciona excelentemente combinándolo con fisioterapia intensa. Para muchos pacientes en proceso de recuperación motora tras el ictus, esta combinación de ambas cuestiones podrá significar volver a recuperar ese movimiento que sería imposible con la fisioterapia sola.
En los últimos años, pequeños estudios piloto han mostrado resultados alentadores para complementar a los que mencionamos anteriormente. Un ensayo de 2016 con 20 pacientes que solo realizaban fisioterapia mejoró en aproximadamente tres puntos en una escala de 66 puntos de recuperación motora. Aquellos que también recibieron estimulación del nervio vago durante la terapia mejoraron de dos a tres veces esa cantidad.
Por otro lado, Jesse Dawson , profesor de medicina del ictus en la Universidad de Glasgow, supervisó recientemente un ensayo de fase tres de la terapia de estimulación del nervio vago. En él, más de 100 pacientes que habían sufrido un ictus unos tres años antes fueron asignados al azar a estimulación del nervio vago o a un placebo. Después de seis semanas de terapia clínica y tres meses de ejercicios en casa, casi la mitad de los pacientes con estimulación mostraron signos de mejoría clínicamente significativos, en comparación con una cuarta parte de los pacientes con placebo. La función de la mano y el brazo mejoró de dos a tres veces más en el grupo con estimulación que en las personas que no recibieron los dispositivos.