La enfermedad de Parkinson es un trastorno del sistema nervioso que se manifiesta de manera progresiva y causa una degeneración generalizada dentro del cerebro. Aproximadamente el 15% de las personas que son diagnosticadas con la enfermedad de Parkinson tienen antecedentes familiares conocidos del trastorno, siendo la herencia genética un factor de riesgo importante a valorar en el paciente. En esta ocasión revisaremos cuáles los síntomas del trastorno y sus distintos estadios.
Síntomas propios de la enfermedad de Parkinson
La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la presencia de ciertos síntomas reconocibles: estos incluyen temblores incontrolables, falta de coordinación y dificultades en la comunicación. Estas manifestaciones propias de la enfermedad pueden variar dependiendo del estadio en el que se encuentre la misma.
Los principales síntomas del Parkinson incluyen:
- Temblores incontrolables
- Lentitud en el movimiento
- Dificultades de equilibrio y eventuales problemas para ponerse de pie
- Rigidez en las extremidades
Los estadios de la enfermedad de Parkinson
Aunque la enfermedad de Parkinson es progresiva y empeora con el tiempo, es muy individual y afecta a las personas de manera diferente: no todas las personas experimentarán todos los síntomas al transitar la enfermedad, y estos incluso pueden variar en intensidad y gravedad dependiendo del caso particular del paciente.
Si bien, como hemos mencionado, la enfermedad de Parkinson varía en su manifestación dependiendo de cada caso en particular, los neurólogos han establecido etapas que permiten describir cómo progresa la misma con el tiempo. Estos cinco estadios de la enfermedad de Parkinson se conocen como los estadios de Hoehn y Yahr y se utiliza en el mundo para clasificar a los pacientes que sufren de este trastorno.
Estadio I: afectación unilateral
Esta es, como se imaginarán, la etapa más leve de la enfermedad de Parkinson: En este estadio puede haber síntomas, pero no son lo suficientemente graves como para interferir con las tareas diarias y el estilo de vida del paciente en general.
En la mayoría de los casos los síntomas que aparecen en esta primera etapa de la enfermedad son prácticamente imperceptibles, aunque uno de los primeros y más distintivos signos suele ser la aparición de temblores o dificultades de movimiento en un solo lado del cuerpo.
Estadio II: afectación bilateral, equilibrio normal
Esta se considera una forma moderada de Parkinson y los síntomas son considerablemente más notorios que los que experimenta el paciente en el primer estadio del trastorno.
Los pacientes que se encuentran en esta etapa sienten los síntomas en ambos lados del cuerpo (aunque un lado solo puede verse afectado mínimamente) y, a veces, experimentan dificultades para comunicarse.
La mayoría de las personas con Parkinson en el estadio II aún pueden vivir solas, aunque pueden encontrar cierta dificultad para completar tareas cotidianas. La progresión de la etapa 1 a la etapa 2 puede llevar meses o incluso años, y lo cierto es que por el momento aún no hay forma de predecir la progresión individual del trastorno.
Estadio III: afectación bilateral con alteración del equilibrio
El estadio III es la etapa intermedia del Parkinson y marca un punto de inflexión importante en la progresión de la enfermedad: muchos de los síntomas son los mismos que los del estadio II, pero se vuelve más probable que el paciente experimente pérdida del equilibrio y disminución de los reflejos, combinado con la ralentización de los movimientos.
La enfermedad de Parkinson afecta significativamente las tareas diarias en este estadio, aunque un abordaje integral que incluya la terapia ocupacional podrá ayudar a que el paciente aún pueda tener cierta autonomía en su vida cotidiana.
Estadio IV: aumento del grado de dependencia
Uno de los puntos que marca la diferencia entre el estadio III y el IV es la autonomía del paciente: si bien durante esta cuarta etapa aún es posible que la persona pueda pararse sin ayuda, para caminar o desplazarse es probable que requiera de un andador o dispositivo de asistencia.
Muchas personas no pueden vivir solas en esta etapa del Parkinson debido a una disminución significativa en los tiempos de movimiento y reacción, lo que puede hacer que muchas tareas diarias sean peligrosas y prácticamente imposibles de completar para el paciente.
Estadio V: severamente afectados con pérdida de independencia
Este es el estadio más avanzado de la enfermedad de Parkinson: la rigidez en las piernas provoca dificultades para caminar o ponerse de pie, por lo que en esta etapa la mayoría de los pacientes necesitan sillas de ruedas y asistencia las 24 horas para evitar caídas y obtener todos los cuidados necesarios.
Las personas en esta etapa requieren sillas de ruedas y, a menudo, no pueden pararse por sí mismas sin caerse. Se requiere asistencia las 24 horas para evitar caídas. Algunos aspectos a tener en cuenta sobre el estadio V:
- No todos los pacientes llegan a este estadio
- Son pacientes dependientes
- Pasan una gran parte del tiempo sentados o en cama
- Trastornos del lenguaje acentuados
- Pueden surgir Infecciones urinarias de repetición
- Puede haber disfagia progresiva
La importancia del diagnóstico precoz
Según estadísticas de La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), en España se tarda una media de entre 1 y 5 años en lograr un diagnóstico de Parkinson, e incluso existe un 19% que espera más de esos 5 años promedio para obtener un diagnóstico.
Esta demora impacta en la calidad de vida que puede lograr el paciente a lo largo de la enfermedad, por lo que un diagnostico precoz y definitivo no solo permitirá abordar la situación particular de la persona de manera temprana reduciendo los impactos del trastorno en su autonomía cotidiana, sino que además será clave para el buen funcionamiento del tratamiento en general.
El enfoque multidisciplinar del paciente con Párkinson
Una vez diagnosticada la enfermedad es importante el abordaje integral del paciente por varios profesionales (médicos, geriatras, neurólogos, fisioterapeutas, logopedas, terapeutas ocupacionales, etc.), para así valorar de forma global todas las necesidades tanto físicas, psicológicas y sociosanitarias del paciente.
Por último desde DACER nos parece importante señalar que se debe consultar con un especialista ante síntomas tanto motores como no motores (como problemas de memoria, alteraciones cognitivas, trastorno del estado de ánimo, dolor, dificultad para conciliar el sueño) que aparecen a lo largo de la enfermedad y que pueden llegar a ser tan invalidantes como la afectación motora.