Ictus es un término general que se utiliza para describir una lesión en el cerebro causada por sangrado (denominado ictus hemorrágico) o falta de oxígeno debido a la obstrucción de los vasos (denominado ictus isquémico).
El ictus puede ocurrir en cualquier momento de la vida de un niño, aunque después del período neonatal (los primeros 28 días de vida) el ictus se vuelve un episodio poco frecuente, aunque posible y puede provocar una discapacidad de por vida y, en algunos casos, puede ser fatal. Esto hace que el reconocimiento y el tratamiento tempranos sean de vital importancia.
Ictus pediátrico y sus causas
Las células del cerebro son increíblemente delicadas y requieren un suministro constante de oxígeno y otros nutrientes como la glucosa. Incluso las breves interrupciones en el suministro de oxígeno pueden causar lesiones. Los ictus son causados por tres mecanismos principales:
- El suministro de sangre al cerebro puede estar bloqueado. Esto puede ocurrir cuando un pequeño coágulo (llamado tromboembolia) obstruye un vaso sanguíneo en el cerebro. Además, los propios vasos pueden estrecharse, lo que reduce la cantidad de sangre que llega al cerebro.
- Es posible que la sangre no contenga suficiente oxígeno. Esto puede ocurrir en los casos en que un niño no puede respirar durante largos períodos de tiempo o sufra una intoxicación por monóxido de carbono. Alternativamente, si el corazón no late adecuadamente, es posible que la sangre no circule lo suficientemente rápido como para llevar sangre fresca con oxígeno al cerebro.
- El cerebro puede estar bajo presión. Esto puede ocurrir cuando el mismo se hincha tras un traumatismo o cuando hay sangrado alrededor del cerebro. Puede haber sangrado dentro del propio órgano, lo que daña directamente el tejido cerebral y también dificulta el suministro de sangre con oxígeno. Este aumento de presión a menudo evita que la sangre oxigenada del corazón entre en los confines del cráneo.
En todos estos casos, la lesión del tejido cerebral y la falta de oxígeno provocan la muerte de algunas de las células cerebrales, lo que resulta en un accidente cerebrovascular. El ictus infantil puede estar asociado con enfermedades cardíacas congénitas, anomalías en los vasos sanguíneos, trastornos que aumentan la tendencia de la sangre a coagularse, infecciones o inflamación.
¿Cuáles son los síntomas de un ictus pediátrico?
Los síntomas varían ampliamente según la parte que se haya lesionado. Algunas partes del cerebro pueden sufrir un ictus con pocos o ningún síntoma reconocible, mientras que otros incluso siendo muy pequeños, pueden causar una discapacidad significativa, como parálisis, ceguera, compromiso cognitivo o incluso la muerte, si ocurren en áreas sensibles del cerebro.
Si se observa alguno de estos síntomas en un niño, se le debe procurar atención médica inmediata.
- Debilidad en un lado del cuerpo
- Dificultad para hablar
- Dificultad para caminar o inestabilidad al estar de pie
- Pérdida de la visión
- Convulsión por primera vez
- Cambio en el estado mental
Los episodios breves de debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo, dificultad para hablar o una sensación de que la habitación está girando pueden significar que el niño está teniendo un ataque isquémico transitorio, una posible señal de advertencia de ictus que requiere una evaluación inmediata en un sala de emergencias.
Importancia del reconocimiento temprano
No siempre es fácil saber cuándo un niño de cualquier edad está sufriendo un ictus. Esto se vuelve especialmente cierto en el caso de los bebés, ya que sus síntomas pueden no ser obvios y no pueden comunicar cuáles son los mismos. En algunos casos, los padres no saben que su bebé ha tenido un ictus hasta meses después, cuando notan retrasos en el desarrollo u otras alteraciones.
La mayoría de los accidentes cerebrovasculares en los niños implican la aparición repentina de síntomas. Si se observa que el niño presenta alguno o varios de los síntomas mencionados anteriormente, se recomienda:
- Llamar a Urgencias
- Acostar al niño en posición horizontal.
- No darle comida ni bebida al niño
Ictus pediátrico y pruebas medicas
Varias pruebas pueden ayudar a los médicos a determinar si el niño ha sufrido un ictus y comprender el alcance del daño cerebral y establecer un plan de tratamiento.
- La tomografía computarizada (TC) ayuda a confirmar que se ha producido un ictus hemorrágico y, en algunos casos, que se ha producido uno de tipo isquémico.
- La angiografía por tomografía computarizada utiliza material de contraste (tinte) para detectar bloqueos o encontrar una causa subyacente del ictus.
- La ecocardiografía y la electrocardiografía pueden ayudar a detectar causas de ictus relacionadas con el corazón.
- Las imágenes por resonancia magnética utilizan imanes, ondas de radio y tecnología informática para producir imágenes del cerebro y detectar la presencia de ictus
- La angiografía por resonancia magnética y la venografía por resonancia magnética utilizan imanes, ondas de radio y material de contraste para crear imágenes de arterias y venas.
- La ecografía craneal utiliza ondas sonoras de alta frecuencia para proporcionar información sobre el estado de las arterias.
- Los análisis de sangre pueden ayudar a identificar trastornos de la coagulación, infecciones, anemia y otras anomalías.
Si las pruebas confirman que se ha producido un ictus, el equipo médico podrá solicitar pruebas adicionales para determinar la causa del mismo o detectar otras afecciones que puedan estar presentes.
- Los análisis de sangre a veces pueden detectar problemas médicos subyacentes, como infecciones, niveles altos de glucosa en sangre y trastornos de la coagulación.
- La electrocardiografía se utiliza cuando hay o se sospecha un problema cardíaco.
- El electroencefalograma puede ayudar a evaluar la actividad de las convulsiones y las complicaciones de las convulsiones en el cerebro
- Las pruebas neurológicas pueden revelar cómo el accidente cerebrovascular pudo haber afectado la capacidad del niño para moverse, hablar, tragar, etc.