El COVID-19 tiene al mundo en vilo y, si bien se está trabajando arduamente para lanzar una vacuna que pueda combatir adecuadamente esta pandemia, el mundo científico aún continúa investigando cuáles son los efectos y las consecuencias que la enfermedad producida por el Coronavirus genera en las personas que la sufren.
En esta ocasión, les comentamos acerca de recientes investigaciones que han demostrado que el COVID-19 genera efectos en la actividad eléctrica de los lóbulos frontales.
Lóbulos frontales: claves básicas para entender su función
Los lóbulos frontales se encuentran directamente detrás de la frente, siendo los lóbulos más grandes del cerebro humano: estos son importantes para el movimiento voluntario, el lenguaje expresivo y para el manejo de funciones ejecutivas de nivel superior.
Las funciones ejecutivas refieren a un conjunto de habilidades cognitivas que incluyen la capacidad de planificar, organizar, iniciar, supervisar y controlar las propias respuestas para lograr un objetivo determinado.
Los lóbulos frontales se consideran nuestro centro de control conductual, emocional y el hogar de nuestra personalidad. Como consecuencia, esta región del cerebro es la que provoca la mayor y más variada gama de síntomas cuando se lesiona.
El daño a los lóbulos frontales puede resultar en:
- Pérdida del movimiento simple de varias partes del cuerpo (parálisis)
- Incapacidad para planificar una secuencia de movimientos complejos necesarios para completar tareas de varios pasos, como preparar café
- Pérdida de espontaneidad al interactuar con los demás
- Incapacidad para expresar el lenguaje (afasia de Broca)
- Pérdida de flexibilidad en el pensamiento y persistencia de una sola idea o comportamiento
- Incapacidad para concentrarse en una tarea y filtrar las distracciones
- Fluctuaciones del estado de ánimo
- Dificultad para resolver problemas
- Dificultad para inhibir o controlar una respuesta o impulso
- Motivación reducida para el inicio y perseverancia en actividades
- Reducción de la conciencia
- Cambios en el comportamiento social y en la personalidad
Efecto del COVID-19 en la actividad eléctrica de los lóbulos frontales
Recientes investigaciones han mostrado que una gran mayoría de los pacientes con síntomas neurológicos producto del COVID-19 presentan anomalías en la parte frontal del cerebro, identificadas a través de electroencefalogramas.
La técnica de electroencefalograma registra la actividad eléctrica de partes del cerebro, aprovechando el hecho de que cualquier función cerebral se basa en señales eléctricas transmitidas por células cerebrales o neuronas.
Para una tarea en particular, como algo tan cotidiano como leer, están involucradas varias estructuras neuronales: estas muestran un patrón de transmisión sincrónica de señales eléctricas. Una máquina EEG o electroencefalograma puede registrar tales patrones.
Del mismo modo, existen patrones eléctricos característicos asociados con regiones del cerebro que realizan tareas específicas: este tipo de pruebas puede detectar anomalías en tales señales que provienen de una parte particular del cerebro.
Lo que el estudio de investigación en pacientes con COVID-19 encontró como patrón en los registros de EEG fue una descarga eléctrica lenta o anormal, principalmente en el lóbulo frontal de los sujetos observados.
COVID-19 y afectación neurológica
Las estimaciones varían, pero aproximadamente el 15 al 25% de los pacientes con COVID-19 grave pueden experimentar síntomas neurológicos, como dolores de cabeza, confusión, delirios, deterioro de la conciencia, convulsiones e ictus.
Para investigar cómo afecta el COVID-19 al cerebro, investigadores del “Baylor College of Medicine” en Houston y de la Universidad de Pittsburgh analizaron los resultados de electroencefalograma de 617 pacientes, reportados en 84 estudios diferentes.
El promedio de edad de quienes se sometieron a estas pruebas fue de entre 60 a 65 años, siendo la mayoría varones. Los hallazgos más comunes que identificaron los investigadores fueron la desaceleración de las ondas cerebrales y las descargas eléctricas anormales.
El alcance de las anomalías en los electroencefalogramas de los pacientes observados se correlacionó de manera proporcional con la gravedad de la enfermedad y con el hecho de que los pacientes tuviesen algún tipo de afección neurológica previa, como la epilepsia.
Lóbulos frontales y observaciones
Como se mencionó previamente, alrededor de un tercio de los hallazgos anormales estaban en los lóbulos frontales. En relación a cómo logra llegar la infección hasta esta región del cerebro, uno de los autores del estudio, Dr. Zulfi Haneef, cree que existe una conexión entre la entrada habitual del virus (vías respiratorias) y esta parte del cerebro que se encuentra sumamente cerca de dicha zona.
Los investigadores también señalan que es posible que el virus no sea directamente responsable de todo el daño producido en el cerebro: los efectos sistémicos de la infección, como la inflamación, los niveles bajos de oxígeno, la sangre inusualmente «pegajosa» y los paros cardiacos, pueden influir en las anomalías del electroencefalograma que se extienden más allá de los lóbulos frontales.
El estudio identificó una «desaceleración difusa» en la actividad eléctrica de fondo de todo el cerebro en casi el 70% de los pacientes, por lo que los hallazgos sin duda apuntan hacia ciertos efectos duraderos que la enfermedad podría dejar en algunos pacientes. Los efectos a largo plazo de COVID-19 han sido temas con mucha especulación durante la fase inicial de la pandemia, pero la comunidad científica y médica ha comenzado a sentar bases firmes para comenzar a dar respuesta a las tantas preguntas que se han generado alrededor de la enfermedad.