La lesión craneal y el daño cerebral traumático son eventos que significan problemas particularmente graves que impactan en el cerebro de un paciente y su capacidad para recuperarse y llevar una vida normal a largo plazo. El daño cerebral traumático refiere a una situación más específica de un problema con el cerebro que conduce a algún tipo de déficit, que puede resultar en una pérdida de función a largo plazo.
Para comprender en qué se diferencian las lesiones craneales de los TCE, se requiere un entendimiento básico de la anatomía del cráneo y el cerebro.
Diferencias entre el cráneo y el cerebro
El cráneo es un elemento muy eficaz para proteger nuestro cerebro de daños: está hecho de varios huesos suturados (lo que significa que han crecido juntos) y cuenta con un casquete sobre el cerebro formado por cuatro huesos anchos, planos y curvos llamados frontal, parietal derecho e izquierdo y occipital.
La base del cráneo está formada por varios huesos, incluyendo el etmoides, el temporal, parte del frontal y parte del occipital. El cerebro se encuentra en la parte superior de la base del cráneo y la tapa del mismo se extiende sobre el cerebro para protegerlo de lesiones, por lo que este órgano se encuentra completamente encerrado en el hueso cuando toda la anatomía se encuentra presente e ilesa.
Capas de protección
Construido de afuera hacia adentro, el interior del cráneo está revestido con una membrana resistente llamada duramadre. Debajo de la duramadre está la piamadre y entre la duramadre y la piamadre está la capa aracnoidea, una capa esponjosa llamada así porque se asemeja a una telaraña cuando se observa en un microscopio.
Las tres membranas se conocen como meninges y brindan protección y nutrientes al cerebro. Por su parte, el líquido cefalorraquídeo fluye a través de la capa aracnoidea, bañando el cerebro en azúcar y nutrientes. Este líquido permite que el cerebro se mueva y se deslice sin resultar dañado por pequeños golpes y movimientos.
Lesión craneal
Un “golpe en la cabeza” o lesión craneal, desde el punto de vista médico, es un daño causado al cráneo, el cuero cabelludo o cualquier parte de la capa protectora del cerebro. Tanto el cráneo como el cuero cabelludo existen para soportar la peor parte de cualquier traumatismo que ocurra para proteger el delicado tejido cerebral y preservar el funcionamiento del cerebro.
En algunos casos, el cráneo hará su trabajo y la víctima del traumatismo sufrirá una lesión en el cráneo o el cuero cabelludo sin dañar el tejido cerebral. Tales daños en la cabeza pueden incluir fracturas de cráneo, laceraciones en la piel o el cuero cabelludo y hematomas en el cráneo (o intracraneales). Independientemente del resultado del evento dañoso, cualquier persona que tenga una lesión o golpe en la cabeza deberá ser examinada y monitoreada para descartar un posible daño cerebral.
Lesiones cerradas o abiertas en la cabeza
Cuando se produce una lesión cerrada, en las que el cráneo permanece intacto, el hueso mantiene su forma y no permite aliviar la presión en caso de sangrado. A medida que la sangre se acumula dentro del cráneo, el aumento de la presión contrae el cerebro y puede dañar el tejido cerebral.
Además de la sangre, otros fluidos pueden acumularse dentro del cráneo y provocar daños en el tejido cerebral. Mientras el cráneo esté intacto, cualquier tipo de sangrado o hinchazón dentro del cráneo encerrado conduce a este aumento de presión.
En una fractura de cráneo abierta, las grietas o secciones del cráneo faltante provocan la pérdida de líquido o sangre en el cerebro.
Tipos de lesiones cerradas en la cabeza
La presión dentro del cráneo puede provenir de múltiples causas, pero los tipos más comunes son el sangrado dentro del cráneo (llamado hemorragia intracraneal) y la acumulación de sangre en dentro del cráneo (hematoma intracraneal). Los hematomas subdurales y epidurales son ejemplos de sangrado dentro del cráneo (hematoma), ya sea por encima o por debajo de la duramadre.
El sangrado por encima de la duramadre (epidural) proviene del suministro de sangre arterial, que es un sangrado más fuerte y agresivo que el venoso. El sangrado por debajo de la duramadre (subdural) es venoso, siendo más lento y tardando más en acumularse dentro del cráneo.
Además de los hematomas subdurales y epidurales, también puede haber sangrado más profundo que la capa aracnoidea (hemorragia subaracnoidea): esta se asocia con un traumatismo o con ciertas afecciones médicas como un aneurisma cerebral o una malformación arteriovenosa, que pueden provocar un ictus hemorrágico.
Fracturas de cráneo
El cráneo es duro, pero no es indestructible: las fracturas o roturas de los huesos del cráneo son una forma extrema de lesión en la cabeza. El peor de ellos puede hacer que la cabeza parezca deformada si el cráneo se ha fracturado tanto que desplaza el hueso. La mayoría de las fracturas de cráneo son más sutiles y se manifiestan a través de signos como sangre o líquido cefalorraquídeo que sale de los oídos o de la nariz.
Las fracturas de los huesos que forman la base del cráneo (los huesos sobre los que descansa el cerebro cuando la cabeza está en posición vertical) son particularmente difíciles de identificar. En este caso, el sangrado de la fractura puede hacer que aparezcan hematomas cuando la sangre se acumula detrás de las orejas o alrededor de los ojos (equimosis periorbitaria).
Presión intracraneal aumentada
Todos los eventos mencionados pueden provocar un aumento de la presión dentro del cráneo ( presión intracraneal ). En casos muy extremos, la presión dentro del cráneo puede desplazar el cerebro hacia la abertura más grande en la base del cráneo, llamada foramen magnum. A medida que el cerebro se hernia a través del foramen magnum, se contrae y el daño es causado por la presión directa sobre la materia cerebral.
Daño cerebral
El daño cerebral traumático ocurre cuando el golpe en la cabeza daña el tejido del cerebro: esto puede suceder de diferentes maneras, incluyendo el rebote del cerebro en el interior del cráneo, una fractura del cráneo que se astilla y el hueso que ingresa al tejido cerebral, o el cerebro que golpea contra el cráneo.
El daño cerebral traumático puede tener muchos síntomas diferentes según la ubicación, la naturaleza y la gravedad de la lesión que se ha producido. Algunos síntomas pueden incluir:
- Pérdida de equilibrio o coordinación
- Dificultad en la comunicación escrita u oral
- Dificultad para controlar las emociones
- Pérdida de memoria y otras alteraciones cognitivas
- Trastornos del sueño
- Depresión y ansiedad
Los síntomas del daño cerebral traumático pueden impedir que el paciente trabaje o asista a la escuela, pudiendo durar días, semanas o incluso años dependiendo de la gravedad de la lesión.
Tras un TCE es importante que el paciente reciba tratamiento neurorrehabilitador, formado por un equipo multidisciplinar que incluya fisioterapeuta, neuropsicólogo, terapeuta ocupacional y logopeda.
Algunos pacientes de daño cerebral traumático no llegan a recuperarse por completo y deben vivir con discapacidades o impedimentos permanentes.