La vida tras el daño cerebral adquirido puede volverse compleja y generar todo tipo de ansiedades. Si bien la relajación es importante para todos, cuando se convive con una lesión neurológica este hábito puede tomar una importancia diferente y volverse sumamente trascendental.
Daño cerebral: ¿Por qué es útil la relajación?
Cuando estamos estresados, los músculos de nuestro cuerpo se tensan y esta tensión muscular provoca sensaciones corporales incómodas, como dolor de cabeza, dolor de espalda, opresión en el pecho, etc. Estos dolores y molestias de tensión pueden causar preocupación mental, haciendo que el paciente con daño cerebral se sienta aún peor de lo que ya se está sintiendo en su contexto.
Cuando nos tensionamos, aumenta nuestra sensación de cansancio, por lo que aprender a relajarse hace que los sistemas del cuerpo que se aceleran cuando estamos nerviosos se ralenticen y recuperen su ritmo saludable.
Daño cerebral: aprendiendo la habilidad de relajarse
La capacidad de relajarse no siempre es algo que surge de forma natural, es una habilidad que debe aprenderse, y puede ser especialmente difícil para una persona con DCA. Los ejercicios que hemos planteado en esta ocasión tienen por objeto poder ayudar al paciente a aprender a relajarse, dando este primer pasó en la lucha contra las ansiedades y tensiones que surgen tras el daño cerebral adquirido.
- Es importante tratar de elegir de antemano el momento en el que se va a poner en práctica esta relajación: de esta forma, se podrá generar una rutina que incorpore este buen hábito a las actividades diarias.
- Se debe elegir un espacio tranquilo para la implementación de estas técnicas de relajación, asegurando que no surjan ningún tipo de molestias o interrupciones en el transcurso de los ejercicios.
- La respiración debe ser preferentemente por la nariz, haciéndolo de manera lenta y regular, colocando las manos sobre el estómago para sentir el movimiento que nos indicará que se está respirando de la manera adecuada.
Ejercicio de relajación muscular progresiva
La técnica a implementar se conoce como “relajación muscular progresiva” y es sumamente sencilla de hacer: quienes la pongan en práctica deberán adoptar una posición cómoda y tratar de que el cuerpo esté lo más relajado posible antes de comenzar.
La clave de esta técnica es poder aprender la diferencia entre el musculo tensionado y relajado, por lo que será fundamental que la persona pueda concentrarse en la sensación de cada musculo a medida que va progresando el ejercicio.
Manos y brazos
Comenzamos apretando los puños y tensando los brazos. Se debe sentir la tensión en estas extremidades, para posteriormente relajarlos de manera lenta.
Espalda
Inclinar los hombros y dejarlos asentarse gradualmente. Repetir el mecanismo previo, de tensión y relajación de la zona.
Frente
Juntar las cejas y dejar que la frente se alise gradualmente relajando la zona.
Ojos
Apretar los ojos con fuerza, y posteriormente ir suavizando el gesto de manera gradual, dejando los ojos cerrados, sintiendo como los globos oculares se hunden y los párpados caen.
Mandíbula
Apretar los dientes posteriores juntos, aflojar gradualmente y dejar que la mandíbula se vuelva pesada.
Nuca
Mover la barbilla hacia el pecho, sintiendo la opresión, después relajar la zona.
Frente del cuello
Echar la cabeza hacia atrás, sentir la tensión y relajar.
Muslos
Empujar los talones hacia abajo y contra el piso, sintiendo la tensión en los muslos, posteriormente soltar gradualmente esa postura para relajar el cuerpo.
Pantorrillas
Apretar en punta los dedos de los pies y después soltar gradualmente esa tensión.
Daño cerebral: recomendaciones para relajarse
Una vez que el paciente pueda notar la diferencia entre tensión y relajación como consecuencia de la práctica de esta técnica, ya podrá ser capaz de notar más fácilmente cuando su cuerpo está comenzando a tensarse. Cuando esto último suceda, podrá utilizar la técnica mencionada para aflojar cierta parte de su cuerpo, sumando la práctica de relajación generalizada que mencionamos a continuación para relajar el área concreta que se sienta tensa:
- Apretar los músculos, posteriormente relajarse. Pensar en ese músculo relajándose.
- Cambiar la postura a una relajada cuando se note que comienza la tensión.
- Dejar caer los hombros hacia abajo en una dirección de ensanchamiento lateral.
- Se puede utilizar algún tipo de “mantra” o palabra que relaje, repitiéndola a medida que se implementa el ejercicio.
- Mirar fijamente un objeto fijo en la habitación, como una imagen o un adorno que genere sensación de bienestar.
- Respirar por la nariz y tomar conciencia de su respiración. Mientras se exhala, puede ser bueno enfocarse en alguna imagen mental que brinde tranquilidad, como un día de juegos o de playa.
- Es fundamental enfocarse en la respiración, debiendo ser lenta y profunda.