La variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC) es una medida de la fluctuación alrededor de la frecuencia cardíaca media; refleja el equilibrio simpático y parasimpático del sistema nervioso autónomo, siendo además un marcador para estudiar el tono cardiovascular en pacientes con lesiones neurológicas.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca se puede clasificar en tiempo y frecuencia. El dominio del tiempo indica la distancia entre cada latido del corazón, que se mide en milisegundos, mientras que el dominio de la frecuencia indica el número de veces que late el corazón en un minuto.
Es importante que el sistema nervioso pueda regular nuestra frecuencia cardíaca de manera eficiente para disminuir el riesgo de eventos cardíacos y poder equilibrar todas las partes del cuerpo. Una persona con una alta variabilidad de la frecuencia cardíaca se asocia con ser más resistente a los factores estresantes de la vida cotidiana. Por otro lado, si la variabilidad de la frecuencia cardíaca de una persona es baja, esto se asocia con un sistema nervioso simpático hiperactivo, que es menos flexible y menos resistente al cambio. El sistema nervioso autónomo de esta persona no funcionaría de manera óptima.
En general, la variabilidad de la frecuencia cardíaca se ve disminuida en personas con daño o conmoción cerebral entre los primeros seis meses debido al desequilibrio entre el sistema nervioso simpático y parasimpático.
Afortunadamente, la investigación ha demostrado que la variabilidad de la frecuencia cardíaca en personas que han sufrido conmoción cerebral, puede mejorar y recuperarse a la par de la rehabilitación.
Conmoción cerebral y frecuencia cardiaca
Existen muchas razones por las que la frecuencia cardíaca podría cambiar tras haber sufrido una conmoción cerebral: uno de los más importantes es la disautonomía, entendiéndola como la desregulación del sistema nervioso autónomo. En la mayoría de los pacientes, la disautonomía se presenta como una sobreactivación del sistema nervioso simpático (SNS), y este fenómeno podría hacer que el corazón reciba señales desequilibradas, lo que lleva a que el paciente sienta todo tipo de síntomas.
Veamos algunas de las razones más frecuentes por las que una persona que ha sufrido conmoción cerebral puede ver su frecuencia cardiaca afectada:
- Disfunción cerebral en la ínsula anterior, que interactúa estrechamente con el SNA.
- Lesión en el cerebro, el tronco encefálico o el nervio vago, que envía señales directamente al corazón
- Cambios posteriores a la lesión en la regulación de la presión arterial
- Cambios emocionales posteriores a la conmoción
- Dificultades para regular la temperatura corporal
- Disfunción vestibular (una comprensión incorrecta de la posición en el espacio podría hacer que la frecuencia cardíaca aumente o disminuya de manera inapropiada)
- Dinámica respiratoria incorrecta tras la conmoción
Conmoción cerebral y palpitaciones
La conmoción cerebral puede provocar palpitaciones cardíacas, pudiendo incluir sensaciones como que el corazón late más fuerte. La queja más común en pacientes que han sufrido una conmoción cerebral es que sienten que el corazón les late con fuerza en el pecho sin ninguna razón aparente. Se siente como si la frecuencia cardíaca aumentara, pero la sensación de «latidos» es en realidad una señal de que el corazón está trabajando más de lo normal para bombear sangre.
¿Cuál es el motivo por el que sucede esto? Imaginemos que intentamos arrojar agua con una pajita soplando en un extremo. Sin obstrucciones, el agua sale volando con facilidad, pero si pellizcamos la pajita, tenemos que soplar más fuerte para que el agua se mueva.
De manera similar, si los vasos sanguíneos se contraen, el corazón tiene que trabajar más para bombear sangre a través de ellos. En algunas ocasiones, estos vasos se contraen cuando no deberían, debido a señales incorrectas del sistema nervioso autónomo, resultando en un corazón palpitante hasta que la situación se controla.
¿Cuáles son otros síntomas relacionados con los cambios en la frecuencia cardíaca?
La disfunción de la frecuencia cardíaca también puede provocar síntomas secundarios, veamos algunos de los más frecuentes:
- Sentirse congestionado o con malestar tras hacer ejercicio. Algunos pacientes experimentan síntomas inmediatos durante el esfuerzo físico (como dolores de cabeza, dolor de estómago y mareos). Otros tienen síntomas similares a los de la gripe, como dolor en las articulaciones, dolores corporales y fatiga.
- Fuertes dolores de cabeza. Algunos pacientes “sienten” el latido de su corazón en la cabeza, lo que les produce un dolor persistente y doloroso.
- Linfedema u otros problemas relacionados con la linfa. El sistema linfático espera una cierta cantidad de flujo sanguíneo, y los cambios en la frecuencia cardiaca pueden provocar reflujo, filtrado sanguíneo insuficiente y otros problemas.
Tratamiento para el síntoma persistente posterior a una conmoción cerebral
Si tras haber sufrido un golpe en la cabeza comienzan a surgir este tipo de problemas, es importante tratar las causas principales que los generan: la disfunción cerebral y la disautonomía.
Existen diferentes abordajes para tratar este tipo de situaciones y en DACER creemos en el enfoque holístico e integral analizando cada aspecto del paciente a partir de una evaluación física y psicológica a modo de orientar el tratamiento a las necesidades únicas de cada persona.
Algunas de las técnicas específicas que utilizamos para ayudar a los pacientes con síntomas de frecuencia cardíaca y disautonomía incluyen:
- Fisioterapia y actividades físicas diseñadas para ayudar a que el SNA funcione mejor.
- Ejercicios de respiración.
- Abordaje psicológico para casos en los que las fluctuaciones de la frecuencia cardíaca están relacionadas con cambios emocionales posteriores a la lesión
- Terapias que se dirigen al acoplamiento neurovascular en áreas del cerebro como la ínsula anterior (que se activa cada vez que se ejerce el control de los impulsos) que modulan la función del SNA.
- Ejercicios para el nervio vago, que se conecta directamente al corazón.