Los niños alcanzan los hitos del desarrollo a su propio ritmo, pudiendo variar la velocidad o la rapidez con la van alcanzando estos hitos. Los retrasos madurativos menores y temporales generalmente no son motivo de alarma, pero cuando se observa un retraso continuo y una dificultad constante para el niño para alcanzar estos hitos podemos estar ante una señal de que existe un problema y que es momento de consultar con un especialista.
Distintos tipos de retrasos madurativos en niños
Cuando hablamos de retrasos madurativos, hacemos referencia al retraso por parte del niño en alcanzar hitos del lenguaje, del desarrollo cognitivo, en las habilidades sociales o motoras. Esto puede deberse a una amplia variedad de factores, desde la herencia genética hasta complicaciones en el embarazo o nacimiento prematuro.
Hoy en día los especialistas identifican varios tipos de retrasos en el desarrollo de los niños, pudiendo afectar como ya hemos mencionado a las habilidades físicas, cognitivas, comunicativas, sociales, emocionales o conductuales del pequeño. Conocer sus distintas manifestaciones o las diferentes áreas que pueden verse afectadas es fundamental para identificar los signos de manera temprana y poder asegurarle al niño una intervención temprana e integral.
Retrasos madurativos cognitivos
Los retrasos cognitivos son aquellos que afectan el funcionamiento intelectual del niño, causando dificultades de aprendizaje que por lo general se hacen evidentes después de que el pequeño comienza la escuela. Los niños con retrasos cognitivos también pueden tener dificultades para comunicarse y jugar con los demás.
Este tipo de retraso puede ocurrir en niños que han sufrido una lesión cerebral debido a una infección, como meningitis o encefalitis. El síndrome del bebé sacudido, los trastornos convulsivos y los trastornos cromosómicos que afectan el desarrollo intelectual, también pueden aumentar el riesgo de retraso cognitivo.
Retrasos en las habilidades motoras
Estos interfieren con la capacidad del niño para coordinar grupos de músculos grandes, como los de los brazos y las piernas, y los músculos más pequeños, como los de las manos. Los bebés con retrasos en la motricidad gruesa pueden tener dificultad para darse la vuelta o gatear; Los niños mayores con este tipo de retraso pueden parecer torpes o tener problemas para subir y bajar escaleras. Aquellos con retrasos en la motricidad fina pueden tener dificultades para sostener objetos pequeños, como juguetes, o realizar tareas sencillas como atarse los zapatos o cepillarse los dientes.
Retrasos sociales, emocionales y de comportamiento
Los niños con retrasos en el desarrollo, incluidos aquellos con trastornos neuroconductuales como el TEA o el TDAH, suelen presentar también retrasos en las habilidades sociales, emocionales o conductuales. Debido a las diferencias en el desarrollo del cerebro, es posible que procesen información o reaccionen a su entorno de manera diferente a como lo hacen otros niños de la misma edad. Estos retrasos pueden tener un impacto en la capacidad del pequeño afectado para aprender, comunicarse e interactuar con sus pares.
Los pequeños con retrasos sociales, emocionales y de comportamiento pueden tener problemas para comprender las señales sociales, iniciar la comunicación con otros o mantener conversaciones bidireccionales. También pueden presentar dificultades para lidiar con la frustración o el cambio, y cuando el entorno se vuelve demasiado exigente social o emocionalmente, es frecuente que tengan rabietas prolongadas y tarden más que otros niños en calmarse. Este comportamiento puede ser una señal de que el niño necesita más apoyo para adaptarse a su entorno o para aprender habilidades para hacer frente a los desafíos sociales y emocionales habituales para su edad.
Retrasos en la comunicación
Los retrasos en la comunicación pueden manifestarse de distintas maneras. Pueden darse como trastornos del lenguaje receptivo, en los que un niño tiene dificultad para comprender palabras o conceptos, lo que lo lleva a tener problemas para identificar colores, partes del cuerpo o formas. Por otro lado también puede darse como trastorno del lenguaje expresivo, en el que el niño tiene un vocabulario reducido de palabras y oraciones complejas para su edad. Un niño con este tipo de retraso balbuceará y comenzará a hablar mucho más tarde que otro pequeño de su edad. En la mayoría de los casos los niños con retraso en el habla suelen tener una combinación de retraso receptivo y expresivo.
Por otro lado, los niños con afectaciones de motricidad oral, como debilidad en los músculos de la boca o dificultad para mover la lengua o la mandíbula, que interfieren con la producción del habla, tienen lo que se conoce como trastorno de la producción del habla y también podemos encuadrar esta condición en una manifestación de retraso en el habla.