Desorden de coordinación motora

Desorden de coordinación motora: perspectivas actuales

En los últimos años, cada vez son más frecuentes en las clínicas de neurorrehabilitación, las consultas relacionadas con la mala letra, la escasa organización de las actividades de la vida diaria, o las dificultades de planeamiento motor que afectan a la escasa participación de los niños en juegos o actividades con sus iguales.

Desde principios del siglo XX, los neurocientíficos han estado evaluando y reconociendo dificultades en el desarrollo de habilidades motoras en un gran número de niños, con un desarrollo cognitivo adecuado, sin que estén asociadas a una causa médica o daño estructural concreto (11).

Estas dificultades han sido denominadas de diferentes maneras hasta que en 1989 la Asociación Americana de Pediatría las incluyó como Trastorno de Desarrollo de la Coordinación, TDC (Developmental Coordination Disorder, DCD) en sus manuales de criterios diagnósticos. Y en 1992 OMS llegó a un consenso al respecto.

Este déficit ha sido foco de distintos estudios para encontrar su causalidad, pero se estima que probablemente no exista una causa única ya que nos encontramos con un grupo de niños bastante heterogéneo, encontrándonos déficits en distintas actividades de la vida diaria.

A raíz de estos estudios algunos autores consideran que el DCD podría deberse al resultado de alteraciones en el proceso cognitivo y perceptivo, así como déficits de registro y discriminación sensorial sobre todo en los sistemas visual, propioceptivo y problemas generales con el procesamiento sensorial (12) (13). Es por ello que en este articulo vamos a hacer especial hincapié en cómo estos déficits del procesamiento sensorial afectan al desarrollo motor del niño, y de qué manera este tipo de tratamiento puede ayudarle para que tenga un menor impacto y consecuencias en la vida diaria adulta.

El DCD es una disfunción cerebral que afecta a la organización de los inputs que llegan al sistema nervioso e interfiere en la habilidad para el planeamiento motor. La falta de estas habilidades puede producir un alto impacto en el desempeño ocupacional esperado para un niño/a en edad escolar.

La Teoría de Integración Sensorial relaciona estos problemas con un déficit en el procesamiento sensorial. El niño/a procesa la información que llega al Sistema Nervioso Central incorrectamente y esto afecta al desempeño de habilidades cotidianas. Por ejemplo, un estudio (1) dice que 1 de cada 20 niños se ve afectado por un desorden del procesamiento sensorial y otro estudio sugiere que 1 de cada 6 niños presenta suficientes alteraciones a nivel sensorial como para afectar negativamente a su desarrollo académico, social y /o emocional (2).

Un niño/a con DCD puede presentar alteraciones debido a un problema con el procesamiento propioceptivo y vestibular como, por ejemplo, problemas en la lecto-escritura, problemas en la planificación motora, en el vestido, problemas de anticipación de movimientos, imitación, copia de diseño, problemas con la coordinación motora bilateral y/o en la especialización de ambos hemisferios del cerebro.

En cambio, un niño con DCD con problemas de procesamiento a nivel táctil y propioceptivo, puede presentar problemas con la escritura, habilidades de motricidad fina (recortar, insertar clavijas, utilización de cubiertos), problemas en el vestido, imitación, copia de diseño, tienden a ser desordenados y/o problemas de planificación motora generalizada.

A veces, nos podemos encontrar niños que no procesen correctamente a nivel vestibular, ni a nivel táctil y que presenten manifestaciones de ambas partes, o niños que sin necesidad de tener un problema de planificación motora tan severo pueden estar en riesgo ya que presentan algunas conductas asociadas con las anteriormente descritas.

Por todo ello, es necesaria una evaluación con herramientas estandarizadas, entrevistas a los cuidadores principales y observación del niño en sus entornos principales de desarrollo, ya que de esta manera podremos ver la etiología del caso y los principales problemas del
niño, para que nuestra intervención tenga más éxito.

Bajo una perspectiva de desarrollo (14), es posible identificar DCD en edades tempranas. Esto es importante por dos razones: primera porque el TDC va a poder ser abordado lo antes posible, con el beneficio que esto reporta al futuro del niño en cuanto a la prevención de problemas secundarios en el desempeño de su vida diaria, especialmente el aprendizaje. Segundo, porque va a facilitar y mejorar el abordaje de niños que presentan además otros trastornos asociados. De esta manera, familiares, profesores y otros profesionales estarán preparados para enfrentarse gradualmente a las diferentes dificultades que estos niños presentan (15).

Desde el inicio de las referencias bibliográficas del DCD, se ha centrado el tratamiento en los déficits subyacentes que presentara el caso en cuestión. Actualmente este enfoque ha ido cambiando, poniendo más hincapié en la resolución de problemas motores y cognitivos mediante el planteamiento de nuevas tareas asociadas a los déficits motores. Aunque no existan referencias bibliográficas que hablen del tratamiento idóneo para el DCD, podemos encontrar varias referencias bibliográficas que apoyan la Terapia Ocupacional basada en Integración sensorial en niños con DCD como enfoque de tratamiento.

En el año 2000 se realizó un meta-análisis donde se examinan medidas perceptivas y motoras generales. Dicho meta-análisis indica que los niños con DCD tienen un déficit de rendimiento leve no especifico a alteraciones motoras y además indica que un porcentaje mayoritario de niños con DCD presenta también alteraciones visoespaciales (3).

A partir de aquí, varios estudios investigaron el cierre visual, la coordinación visomotora y el equilibrio en niños con DCD (4)(5)(6) y los resultados de estos estudios demuestran que los niños con DCD mostraron grandes dificultades de coordinación motora dinámica (anticipación) y dificultades de movimiento coordinado, así como dificultades propioceptivas.
En el 2004, otro estudio (7) indicaba que los niños con DCD se beneficiaban de la información sensorial (propioceptiva y visual) durante una tarea más que de la información que llegaba a través de comando verbal para realizar la tarea ni al anticiparse a las demandas de la misma. Así como otro estudio (8) demuestra que al realizar acciones repetitivas, los niños con DCD no eran capaces de recordar la trayectoria de un movimiento y carecían de fluidez, pero si podían hacerlo a través de inputs vestibulares.

Esto respalda el concepto de que no consiste en repetir la acción o tarea en sí en la que el niño tiene dificultades sino, como bien dice la teoría de Integración Sensorial, en ser capaz de integrar los inputs que el niño con DCD no está registrando correctamente y dar una buena respuesta adaptada al entorno tanto a nivel académico, como social.

En relación a esto, un estudio de caso único (8) examina la diferencia entra la ejecución de las praxis por imitación gestual comparado con la praxis de comando verbal. Los niños con DCD presentan una gran diferencia con los niños de desarrollo típico en la ejecución de este tipo de movimientos que requieren imitación y copia.

En relación a las dificultades de aprendizaje (9), varios estudios (10) examinaron las diferencias entre niños con dificultades de aprendizaje a nivel motor con base sensorial, y estos demostraron déficit en el rendimiento de motricidad fina y/o gruesa. Los resultados indicaron que los niños con este tipo de dificultades de aprendizaje mejoran en las tareas de coordinación y aumentan su velocidad de procesamiento con el tratamiento (11).

En general, y teniendo en cuenta nuestra práctica clínica diaria, creemos que un enfoque multidisciplinar es la mejor manera de abordar este diagnóstico. Ya que podemos ver al niño como un conjunto y no solamente en un área específica. Algunos de los profesionales adecuados para la intervención y evaluación de estos niños serian, el terapeuta ocupacional para mejorar el desempeño y la autonomía en las actividades de la vida diaria, el psicólogo para abordar los problemas conductuales y emocionales asociados al pobre auto concepto, el logopeda para apoyar los problemas relacionados con el lenguaje tanto receptivo, expresivo o articulatorio si los hubiera, el fisioterapeuta si existen grandes dificultades de motricidad gruesa y el optometrista para valorar el desempeño visual.

Evidentemente este enfoque debe ser apoyado por una coordinación externa con los profesionales de la educación que estén en contacto con el niño para ofrecerles estrategias y facilitar el éxito en la intervención favoreciendo la mayor generalización de aprendizajes.

Autora: Patricia García Olalla
Terapeuta Ocupacional, especialista en Integración Sensorial.
DACER, Rehabilitación Funcional.

Bibliografía
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