La conmoción cerebral es una de las lesiones neurológicas más comunes y, aunque la mayoría de las personas se recuperan completamente de ellas sin ningún tipo de problema, estas deben tomarse muy en serio. En esta ocasión, revisaremos algunas claves básicas para una recuperación exitosa tras la conmoción cerebral.
Conmoción cerebral: ¿qué es?
El cerebro flota dentro del cráneo, suspendido dentro de un amortiguador protector de líquido cefalorraquídeo. Un golpe directo en la cabeza, la cara o el cuello, o por un impacto en otra parte del cuerpo, puede crear una fuerza que sacuda el cerebro.
Cuando esa fuerza es lo suficientemente fuerte, el cerebro puede moverse y golpear el cráneo o girar levemente sobre sí mismo. Al igual que con cualquier parte del cuerpo golpeada, pueden producirse hematomas y daño celular. Sin embargo, cuando esas células dañadas son neuronas, el resultado es una conmoción cerebral.
Debido a que el cerebro es tan fundamental para nuestras vidas, ya que controla el estado de ánimo, la percepción y el movimiento, los efectos de la conmoción cerebral pueden ser de gran alcance.
Conmoción cerebral y sus efectos
La conmoción cerebral es la forma más leve de daño cerebral traumático o traumatismo craneoencefálico (TCE).
A la hora del diagnóstico, el médico buscará pistas cognitivas y neurológicas (por ejemplo, nivel de conciencia; pupilas fijas y dilatadas) y en algunos casos derivará al paciente a pruebas de diagnóstico por imágenes para detectar posibles hemorragias cerebrales.
En la mayoría de los casos, la conmoción cerebral tendrá los siguientes efectos:
- Deterioro temporal de la función cerebral
- Alteración de la función del cerebro sin afectar su estructura física, lo que significa que las pruebas de neuroimagen, como las resonancias magnéticas y la tomografía computarizada, pueden no detectar ningún cambio.
- Síntomas que mejoran gradualmente con el tiempo, pero que pueden prolongarse en un pequeño porcentaje de personas.
¿Qué le hace una conmoción cerebral al cerebro?
La conmoción cerebral, como ya hemos mencionado anteriormente, es la forma más frecuente y leve de TCE: esta ocurre cuando un impacto directo o un efecto de latigazo cervical, ya sea a través de un golpe en el cráneo o en el cuerpo, hace que el cerebro se mueva dentro de la cabeza y choque contra el cráneo. Como resultado, las neuronas se dañan y el cerebro puede sufrir hematomas en el lugar del impacto.
Se estima que 42 millones de personas en todo el mundo cada año sufren una conmoción cerebral. La mayoría son resultado de caídas o accidentes de coche y, en muchos casos, las personas no buscan atención médica subestimando el alcance de la lesión.
Entre los efectos genéricos de la conmoción cerebral, podemos observar:
- Dolor de cabeza
- Náuseas o vómitos
- Sensación de niebla o ralentización
- Dificultad para recordar cosas o concentrarse
- Visión borrosa
- Falta de energía
- Sensibilidad al ruido o la luz
- Mareo
- Sensaciones de tristeza
- Ansiedad
- Irritabilidad
- Dormir más o menos de lo habitual
- Insomnio
- Pérdida de consciencia
¿Cuáles son los tipos de conmociones cerebrales?
Las conmociones cerebrales se clasifican de 1 a 3 de las siguientes maneras:
Grado 1
Leve, no provoca pérdida del conocimiento y genera síntomas que duran menos de 15 minutos.
Grado 2
Moderado, no provoca pérdida del conocimiento y sus síntomas duran más de 15 minutos.
Grado 3
Grave, caracterizado por la pérdida del conocimiento, aunque sea por unos pocos segundos.
Conmoción cerebral: señales de alerta
Cualquier posible conmoción cerebral debe ser tomada en serio y tratada por un médico. Si quien ha sufrido una conmoción cerebral experimenta alguno de los siguientes síntomas, se debe llamar a urgencias (112) o llevar de manera urgente a la persona para que reciba atención especializada:
- Pérdida del conocimiento (aunque sea brevemente)
- Observar una pupila más grande que la otra
- Dolor de cabeza persistente
- Habla arrastrada
- Debilidad muscular o falta de coordinación
- Vómitos o diarrea
- Agitación
- Comportamiento inusual
La recuperación tras la conmoción cerebral
En la gran mayoría de los casos, las personas no tienen dificultades para recuperarse tras una conmoción cerebral. Existen algunas recomendaciones genéricas que pueden facilitar el proceso:
El descanso adecuado
Dormir ayuda a que el cerebro se recupere. Si es necesario, se recomienda complementar el sueño nocturno con pequeñas siestas durante el día.
Evitar desencadenantes
Ciertas cosas, como las luces brillantes, pueden empeorar los síntomas tras la conmoción cerebral. Lo mejor es evitar este tipo de situaciones y tratar de permanecer en lugares tranquilos.
Descansar el cerebro
Lo mejor es tomar un descanso del trabajo o del estudio tras haber sufrido una conmoción: no cargar al cerebro con demasiada información sin duda ayudará a la recuperación.
Reducir el uso de dispositivos electrónicos
Lo ideal es mantenerse alejado del uso intensivo de ordenadores o dispositivos electrónicos similares poco después de haber tenido una conmoción cerebral.
¿Cuánto tiempo lleva la recuperación de una conmoción cerebral?
No hay un tiempo establecido para la recuperación de una conmoción cerebral: cada lesión es un mundo, incluso cuando se trata de las más leves. En algunos casos, los síntomas pueden aparecer inmediatamente tras haber sufrido el golpe, y en otros pueden aparecer después de la conmoción. Algunos pacientes necesitan días, otros semanas o meses para recuperarse por completo y que los síntomas desaparezcan.
Conmoción cerebral: ¿Qué hacer y qué no hacer?
Tras haber sufrido una conmoción cerebral, independientemente de su gravedad, existen algunas cosas que debemos y que no debemos hacer para recuperarnos adecuadamente.
Qué no hacer
- Actividad física muy exigente
- Actividades diarias que requieran mucho esfuerzo
- Utilizar en exceso dispositivos electrónicos como móviles u ordenadores
- Participar en actividades que sean desafiantes física o mentalmente
Qué sí hacer
- Buscar ayuda profesional para la recuperación
- Tomarse el tiempo necesario para descansar y recuperarse
- Preste atención a los síntomas que pueden aparecer días o semanas después, especialmente a las señales de alerta previamente mencionadas